En 1896, los tagalos se sublevaron y hostigaron a las tropas españolas a través de una guerra de guerrillas. El general Polavieja respondió con dureza y entre sus víctimas estuvo José Rizal, acusado injustamente de complicidad con el Katipunan. Rizal fue fusilado y su muerte prendió la mecha definitiva de la sublevación. La guerrilla filipina, mal armada, desorganizada y dividida fue incapaz de independizar el archipiélago. Los españoles tampoco vencieron a pesar de la represión y de sus victorias parciales.
Madrid sustituyó a Polavieja por Primo de Rivera, quien comprendió la necesidad de negociar. A cambio de la rendición él prometió iniciar un proceso de reformas. Finalmente, el 23 de diciembre de 1897, Primo de Rivera y los rebeldes firmaron el Pacto de Biac-na-Bató. Después de muchos esfuerzos, la paz parecía entonces asegurada.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados