El ministro de Asuntos Exteriores no despeja incógnitas sobre su hipotético relevo. Se muestra hiperactivo e ilusionado con el prestigio de la diplomacia española y con el papel de España en Europa, así como con su condición de anfitrión de la cumbre de la OTAN. Dice no tener una mínima preocupación por el ascenso de los socialistas en la UE y defiende que no hay política de castigo a Cuba y sí avances democráticos en Guinea y Marruecos.
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