El deber de conocer el contexto específico en el que cada Iglesia se arraiga es una condición necesaria para la construcción de una acción pastoral y misionera coherente con los distintos cambios que moldean la sociedad actual. En particular modo con referencia al contexto urbano, tal acción debe responder a las exigencias de unidad en la complejidad, de solidaridad y de humanidad. El gran y rápido crecimiento de la ciudad ha hecho, por ejemplo, que la relación Iglesia-ciudad se haya diluido, que la parroquia como la vida religiosa en la ciudad pasara a ocupar un segundo lugar en la vida del ciudadano. El contexto en el que vive la Iglesia urbana, sin duda, influye en su modo de ser y de autocomprenderse, por tanto, tendrá que trabajar en organizar sus estructuras y en construir una praxis pastoral y misionera adecuada.
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