Vigo, España
La localización y exhumación de fosas comunes son actualmente, podemos decir, el foco de las reivindicaciones con respecto a la Guerra Civil española y la represión de la dictadura franquista. En territorios españoles como Galicia, a pesar de haberse podido utilizar “chupaderos” o “agujeros negros” para desaparecer los cuerpos, se optó por lugares comunes y frecuentados a dónde se paseaba a los insurgentes. Los cuerpos eran abandonados allí donde eran visibles, haciendo que las prácticas de represión adquieran una dimensión pública inscrita en el espacio, que también es así violentado. Esas prácticas de desaparición niegan la humanidad de quien ha sido ajusticiado, los restos yacen en lugares y en formas marginales, se marcan simbólicamente como infrahumanos. Estos infraloci no son únicamente el escenario de una muerte violenta, son paisajes del terror, lugares marginales que marcan a quien es allí muerto. En muchos casos se trata de enterramientos de carácter individual, que parecen más bien fosas comunes fragmentadas, o fosas de tela de araña, con un ejecutor común y víctimas geográficamente dispersas. En este texto propongo una metodología peripatética para aproximarme a 14 lugares de muerte. Se rehúye de un enfoque basado en el testimonio con el objetivo de indagar en las otras dimensiones que surgen y están activas en torno al paseado más allá de la veracidad y la búsqueda de justicia o reparación.
Currently, the main point of the claims regarding the Spanish Civil War and the Franco’s dictatorship repression is the location and exhumation of (mass) graves. In the Spanish Galician region (among others) the chosen location were common and frequented places, even if geographically there was a possible to use “chupaderos” or “black holes” to make the bodies disappear. The bodies were abandoned where they were visible. In this text a peripatetic methodology is proposed, approaching 14 places of death. The aim is to avoid a testimony based perspective, in order to go into other dimensions that arise beyond the search of veracity and justice or reparation. Disappearance practices deny the humanity of those who have been executed, the mortal remains lie in marginal places and in forms. Symbolically the killed person is not more considered a human, but a subhuman. These infraloci are not just the scenery of a violent death, they are landscapes of terror, marginal places marking the dead person. Even in cases of individual graves, it is possible to talk about mass graves, in this case, as fragmented common burials, or spider web graves, with same executor and victims geographically dispersed.
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