En el actual contexto de emergencia climática, Greenpeace irrumpía en las tiendas de las principales marcas comerciales para alertar, a las empresas y a la ciudadanía, del impacto medioambiental del consumo actual. Además de colocar una enorme pancarta en la Gran Vía de Madrid, activistas y voluntarios de la organización se instalaban en los escaparates de la capital para denunciar el modelo depredador del consumo masivo y recorrían los centros del comercio de una veintena de ciudades para advertir de que el Black Friday es ya un “día negro” para el planeta
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