Este artículo postula que el campo geopolítico contemporáneo transita por una situación de singulares déficits teóricos y metodológicos, frente a los nuevos temas mundiales de mayor originalidad, como son los impactos de las nuevas tecnologías, los cambios climáticos, los movimientos sociales con impacto público, así como emergentes crisis de racionalidades inscritas en el marco más general de una amplia crisis de civilización en marcha. Se trata del agotamiento de la geopolítica clásica, así como del imperativo de formular una geopolítica más vasta y compleja, que trabaje más allá de los temas convencionales del Estado y las instituciones constituidas. En tiempos en los cuales los niveles de incertidumbre son crecientes y las reconfiguraciones de las relaciones de poder mundiales se aceleran en todas las regiones geográficas, políticas y culturales, es fundamental para la disciplina geopolítica hacerse cargo de las modificaciones del panorama del poder y sus factores en este siglo XXI.
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