En el verano de 359, el grueso del ejército persa se hallaba a las puertas de Amida (la actual Diyarbakir, Turquía), pero los romanos resistían en su interior, listos para llevar a cabo una acérrima defensa en su ciudad. En los primeros estadios del asedio, los defensores romanos lograron dar muerte al hijo del rey Grumbates, uno de los aliados del rey persa Sapor II el Grande (Amm. XIX.1), lo que provocó la ira de aquél y del resto del ejército persa, pero levantó la moral de los romanos. Sin embargo, más de setenta días después, cambiaron las tornas, y aunque los romanos habían conseguido destruir buena parte de las máquinas de guerra de los persas, estos contraatacaron con torres de asedio que, una vez construidas, arrasaron las murallas de la ciudad. En mitad de tal fracaso, muchos romanos murieron, pero algunos lograron escapar (Amm. XIX.8). Uno de ellos fue Amiano Marcelino, uno de los historiadores romanos de mayor renombre, que fue testigo de primera mano del asedio y lo describió con vívido detalle. Pero ¿quién era Amiano, y por qué razón resulta importante para nosotros? Junto al artículo se incluye una magnífica ilustración de Jarek Nocon en la que vemos a Amiano Marcelino junto a su unidad de caballería en las campañas contra los persas sasánidas llevando a cabo una treta para despistar a las unidades de la caballería persa que se hallaban en su persecución.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados