Entre el 250 y el 275, el Imperio romano sufrió una dura crisis militar que perfilaba el nuevo esfuerzo que Roma tendría que llevar a cabo a partir de entonces para asumir su defensa. Los tetrarcas restablecieron la situación emprendiendo una importante actividad bélica destinada a reafirmar la autoridad romana sobre los pueblos vecinos del Imperio, en Galia y Bretaña (285-296, 301-306), África (297-298), el Danubio (285-296, 299-308) y el Éufrates (287-290, 296-298). Las guerras se retomaron en el siglo IV con fuerza renovada –razias en las provincias periféricas, invasiones masivas en particular en Oriente, expuesto a la amenaza persa sasánida, y enfrentamientos civiles–, pero los cambios en el diseño de la institución y la fiscalidad militares realizados entre 285 y 337 durante la Tetrarquía y más tarde por parte de Constantino, permitieron a la maquinaria de guerra romana adaptarse a este nuevo contexto. Un mapa a doble página con el despliegue de tropas y la organización de las provincias en época de Constantino, en torno al 335, complementa perfectamente la información del anterior mapa de época de Diocleciano que figura en este número.
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