María Dolores Pesántez Palacios, Irma de Lourdes Bermeo Alvarez
La educación no está jugando el rol que le corresponde en el proceso de superar las desigualdades, ni de reducir la brecha social, por lo que es preciso realizar mayores esfuerzos para que realmente se convierta en un motor de mayor equidad social. El movimiento de la inclusión ha surgido con fuerza en los últimos años para hacer frente a los altos índices de exclusión y discriminación y a las desigualdades educativas presentes en la mayoría de los sistemas educativos. La educación inclusiva es una aspiración de los sistemas de educación superior y, aunque se reconoce que su abordaje presenta diversos matices en la forma de afrontarla, se le puede concretar como un conjunto de transformaciones educativas que apoyan y dan la bienvenida a la diversidad de toda la población estudiantil, y no sólo a los que presentan necesidades educativas. La sociedad actual demanda una preparación académica más integral y humana para afrontar una realidad cada vez más compleja y dar respuestas de calidad en la formación de un docente reflexivo y respetuoso de la diversidad, capaz de construir escenarios de aprendizaje y garantizar una educación inclusiva, ya que avanzar hacia este modelo de educación requiere partir de la realidad del entorno, tener claro hacia dónde se orienta e implementar ambientes adecuados.
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