Quienes fabrican plásticos habitualmente usan productos en polvo. Pueden utilizarse para influir en propiedades importantes del plástico. Por ejemplo, en su color, peso, conductividad o resistencia. Sin embargo, para lograr un resultado óptimo, el polvo debe dispersarse de forma óptima. Los agitadores o dissolvers convencionales se topan rápidamente con sus propias límitaciones. Pero existe una solución.
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