Viejos remedios caseros y prácticas religiosas caracterizaron buena parte de la medicina que los romanos emplearon para curar sus dolencias y tratar los males que les traían de cabeza. Sobre todo en los primeros años de la República. La medicina que se practicó en Roma bebió de los efluvios de la griega, y con el paso del tiempo dio paso a una ciencia más sofisticada a la que solo tenían acceso las clases más adineradas.
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