Segunda potencia económica de África, Nigeria ha de enfrentarse con los ataques de la secta Boko Haram. En menos de diez años, han muerto más de cuarenta mil personas; la mitad de ellas han caído bajo las balas de las fuerzas de seguridad encargadas de combatir a los yihadistas. En un país mimado por los Estados occidentales, la seguridad se ha convertido en un mercado, tan ineficiente como corruptor.
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