Por el Perú virreinal corrían antiguas y extrañas leyendas acerca de unas lejanas islas en el oeste ricas en oro. Ni qué decir tiene que, tal y como era habitual en la época, se consideró rápidamente que tendrían que ver con algo narrado en la Biblia, en concreto, con la mítica tierra de Ofir, el país enigmático y perdido del que provenían los Reyes Magos y en el que se encontraban las "minas del rey Salomón", cuyos cargamentos de oro, sándalo y marfil habría utilizado el monarca para construir en Jerusalén su desaparecido y fastuoso templo. Se mencionaban lugares como Coatu, Quen, Cabana, Uquenque y Camanique, que debían estar en algún sitio, quizá en la Mar del Sur, inmensa e inexplorada. Hacia allí se encaminó en 1567 una expedición española.
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