La privación del derecho a sufragio no puede ser justificada como un castigo democrático, dado que no puede superar las objeciones que se le plantean. Esto es así porque, primero, no puede explicarse en términos de incapacitación, rehabilitación o disuasión; y, segundo, cuando se argumenta que puede desempeñar una función retributiva, se llega a la conclusión de que no hay razones como para preferirla por sobre otras formas de castigo. El más sofisticado argumento para justificar la necesidad de la privación del derecho a sufragio en el contexto de sistemas jurídicos anglosajones, que lo vindica como una forma óptima de castigo expresivo, termina siendo poco convincente y contraproducente dentro de su propio marco conceptual. Hay buenas razones para pensar, por el contrario, que la privación del derecho a sufragio es una forma de castigo impermisible en una democracia, porque priva de un derecho que parece fundamental a la hora de imponer un castigo a aquellos que cometen un delito.
Disenfranchisement cannot be justified as a democratic punishment because it cannot overcome the objections that are raised. First, it cannot be explained in terms of incapacitation, rehabilitation or deterrence; and, second, when it is argued that disenfranchisement can perform a retributive function, there are no reasons to prefer it over other forms of punishment. The most sophisticated argument to justify the need for disenfranchisement in the context of common law jurisdictions, which defends it as an optimal form of expressive punishment, ends up being unconvincing and counterproductive within its own conceptual framework. There is good reason to think, contrast, that disenfranchisement is an impermissible form of punishment in a democracy, because it deprives a right that seems fundamental when what it is at stake is imposing a legitimate punishment on those who commit a crime.
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