En este artículo el autor se plantea la pregunta de si el rápido crecimiento de la economía china representa, realmente, una amenaza para Japón, y para buscar la respuesta parte de un análisis de la evolución económica reciente de China, comparándola con la de otros países de su entorno y en condiciones similares, y con la del propio Japón en los años sesenta, estudiando también las relaciones económicas de China con los principales países desarrollados. Llega a la conclusión de que las economías de los dos países no compiten, sino que se complementan y que, para Japón, es mejor estar rodeado por países prósperos y pacíficos que no por países pobres e inestables.
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