La prevalencia de diabetes es elevada y se espera que en los próximos 25 años prácticamente se duplique, alcanzando al 10 %-15 % de la población. Por otra parte, en los diabéticos la prevalencia de hipertensión arterial (HTA) está en torno al 50 %-70 %, teniendo en estos pacientes unas connotaciones especiales: suele ser sistólica aislada, no dipper y de difícil control, características que le confieren un riesgo especial. La coexistencia de los dos factores de riesgo, HTA y diabetes, incrementa de forma considerable la morbimortalidad cardiovascular de estos pacientes.
El control estricto de la presión arterial (PA) en los diabéticos mejora de forma considerable el pronóstico tanto de enfermedad macrovascular como de enfermedad microvascular, y el objetivo de control en estos pacientes, para alcanzar los máximos beneficios, debe ser alcanzar valores de PA inferiores a 130/80 mmHg.
Aunque algunos grandes ensayos han mostrado que todos los fármacos son útiles para el tratamiento de la HTA en los diabéticos y en principio lo importante es el control de la PA, parece que a pesar de ello los que actúan bloqueando el sistema renina angiotensina tienen mayor capacidad de protección en el conjunto de enfermedad microvascular y macrovascular y con ellos se puede obtener un beneficio añadido más allá del control de la PA. Un hecho a tener en cuenta es que en un 60 %-70 %, y quizá más, de los pacientes diabéticos hipertensos la terapia combinada es una necesidad para alcanzar los objetivos preconizados.
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