Contrariamente a lo que defienden los discursos mediáticos acerca de la manipulación, fenómenos como el Brexit o la elección de Trump, o en términos más generales, el auge de los populismos en Occidente, no son accidentes de la historia política, sino la consecuencia de una creciente precarización de las clases medias occidentales, las perdedoras de la globalización. Se establece así una nueva geografía social, con nuevas periferias, a partir de la distribución espacial de unas clases populares que reaccionan políticamente a su malestar.
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