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espacioSOLO, sala de exhibición

  • Autores: Juan Herreros Guerra, Jens Richter
  • Localización: On diseño, ISSN 1695-2308, Nº. 385, 2019
  • Idioma: español
  • Enlaces
  • Resumen
    • El espacioSOLO no es una galería de arte, ni un pequeño museo, ni una fundación privada, es un lugar de trabajo, un escenario para el placer del tiempo distendido, un punto de encuentros multiformato y, a su vez, un dispositivo para conectar a las personas en todas las conversaciones posibles.

      El espacioSOLO no tiene un programa definido. Es un lugar en cambio permanente como lo es la colección de arte que aloja. De hecho, la construcción del espacio se desarrolló en paralelo con la construcción del fondo SOLO que le da nombre. De esta forma, arquitectura y arte constituyen dos secciones del mismo presente que muestran dónde estamos y qué queremos, convir- tiéndose en la expresión y el espejo de sus promotores, que buscan un proyecto que construya las coordenadas de su instalación en el tiempo.

      El espacio ocupa la primera planta completa del inmueble que proyectó Secundino Zuazo en la Plaza de la Independencia de Madrid en los años 20. Su perímetro está jalonado de ventanas de buen tamaño para las que se diseñan sistemas de realce, protección y disimulo que, sin alterar la fachada protegida, permiten disfrutar de la luz natural controlando las incidencias directas del sol y aumentando el número de paredes útiles para la exposición. El sistema de ocupación se desdobla en salas y corredores. Las salas son habitaciones de proporciones y neutralidad ideales para mostrar arte, cuyas diferentes dimensiones las convierten en un muestrario de experiencias arquitectónicas. Sin embargo, todas se construyen con los mismos recursos: suelos de cemento pulido, paredes de cartón yeso, forjados y viguetas de hormigón visto, iluminación uniforme de trazado y puntos de luz mimetizados en el hormigón estructural. Los corredores funcionan como un sistema urbano de calles y plazas que recupera el contenido callejero del arte urbano. Como en la ciudad, estos recorridos ofrecen anchuras variables, desde un estrecho pasillo hasta una dilatación considerable en la que se puede improvisar una actividad colectiva. La altura libre interior es muy justa para los formatos que maneja la colección, por lo que se implementa un sistema cromático que estimula la percepción subjetiva de que el techo se aleja del plano de la visión, interpretando que la altura disponible es mayor.

      El conjunto tiene tres momentos singulares que sacan provecho de las condiciones de partida: el acceso principal desde la Puerta de Alcalá, monumental y enigmático, que da paso a un zaguán con altura generosa, que actúa como punto de encuentro entre la ciudad y el interior inesperado, a cuyo fondo se adivina el ascensor de proporciones descomunales para las obras de arte; la doble altura del punto más alejado del acceso, donde se descubre un pequeño auditorio que se enreda en el sistema de circulaciones como si de una cinta de “moebius” se tratara, y la zona logística, que sin dejar de estar a la vista formando parte del sistema abierto de corredores, contiene aseos, dependencias técnicas, peines de almacenamiento de la colección, archivo de obras en papel y esculturas, etc. todo ello integrado en la visita y en la vida cotidiana del espacio gracias al diseño específico del mobiliario y el equipamiento de las estancias.


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