La realidad que percibimos no es un reflejo directo del mundo exterior objetivo. Bien al contrario, es el producto de las predicciones que el cerebro hace sobre las causas de los estímulos sensoriales recibidos. El sentido de realidad que acompaña a nuestras percepciones serviría para orientar nuestro comportamiento y responder así adecuadamente a la fuente de los estímulos.
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