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Resumen de Security and the liberal-democratic state. Criminalizing young people’s politics

Judith Bessant, Maria T. Grasso

  • español

    Las políticas de austeridad fueron la reacción de muchas democracias liberales ante la crisis económica iniciada en 2008. Esto provocó un aumento de la contestación y de la movilización social, protagonizada en muchos casos por personas jóvenes. Como reacción a su vez, muchos gobiernos desarrollaron políticas con el objetivo de combatir estas formas de movilización, incluyendo la criminalización de la protesta. Este artículo explora las prácticas por parte de instituciones y el Estado encaminadas a eliminar y criminalizar formas de activismo tales como las revueltas estudiantiles en Quebec, (la “maple spring”), o el movimiento de los indignados en España. A pesar de las diferencias entre ambos países, Canadá puede ser descrito como una ‘democracia liberal madura’ mientras España encaja mejor con la etiqueta de ‘democracia liberal emergente’, en los dos países se ha promovido la criminalización de las prácticas de muchos jóvenes que buscaban ejercitar su derecho constitucional de manifestarse y expresarse libremente a través de la acción colectiva. Aunque en cierto sentido estas prácticas pueden ser explicadas atendiendo a ciertas contradicciones inherentes a las democracias, las políticas criminalizadoras también reflejan algunos prejuicios muy arraigados contra las personas jóvenes. Fundamentamos esta afirmación en el hecho que los jóvenes han causado siempre una atención desproporcionada por parte de la policía y el sistema de justicia legal cuando se veían vinculados con formas convencionales de delincuencia. ¿Qué papel desempeñó en el desarrollo de políticas criminalizadoras el hecho de que las protestas ciudadanas contra la austeridad en 2011 y 2012 tuvieran un marcado componente de protesta juvenil? La discusión sobre las ideas preconcebidas sobre la edad, y la creencia establecida entre algunos sectores de la población de que la juventud ha de ser ‘vigilada de cerca’ permite avanzar en la comprensión de las formas de respuesta estatal cuando son las personas jóvenes las que aspiran a participar activamente en la política.

  • English

    The years following the 2008 global recession saw many liberal-democratic states respond to the economic crisis by introducing austerity policies. In turn, this provoked widespread dissent and social movement activism involving large numbers of young people. In response, governments of many different political persuasions moved to suppress these actions by criminalizing political dissent. The article inquiries into state and institutional moves to suppress social movement activism like the ‘Maple Spring’ student strikes in Quebec, Canada, and the Indignados movement in Spain. While Canada can be described as a ‘mature liberal-democracy’ and Spain might be better described as an ‘emergent liberal-democracy’, both criminalized young people exercising their democratic and constitutionally guaranteed rights to free expression and assembly by engaging in various forms of political protests. While some of this can be explained by reference to contradictions inherent in liberal democracies, we consider if it also reflects certain long-standing prejudices directed at young people. Young people have traditionally attracted disproportionate attention from police and legal systems when they are involved in ‘conventional’ criminal conduct. What role if any did the ‘youthful’ face of protest play in government moves to criminalize dissent in 2011-12 An account of the ‘civilizing offensive’ highlights the influence of ageist assumptions that ‘young people’ require close management. This provides some insight into state responses to young people’s engagement in politics when it goes beyond the conventional mode of ‘youth participation’ prescribed by states committed to managing electoral party politics


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