La comparación entre Bush hijo y Adolfo Hitler ya no debiera causarnos tanta sorpresa, más aún si tomamos en cuenta que dentro de su política de seguridad nacional, la administración estadunidense no sólo ha considerado objetivamente la utilización de la mentira como un arma que ayudaría a crear las condiciones mediáticas que facilitarían la aceptación internacional de la invasión norteamericana a Irak, como lo hizo Hitler para ocultar el bombardeo incendiario a Guernika, sino que además también utilizó la forma de agresión militar denominada guerra preventiva para adelantarse a destruir el presunto peligro que representaban la supuesta presencia de armas de destrucción masiva en poder de la dictadura de Saddam Hussein
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