El presente artículo es una conferencia ofrecida en San Antonio, Texas donde se plantean algunas formas de acercarse a conversaciones que destaquen el carácter moral de las personas en relación con el Problema que las acosa. Se ofrecen varias historias que ayudan a reflexionar acerca de la capacidad de las personas de verse a sí mismas como dignas de su propio respeto y del respeto de los demás. Tal respeto moral no sólo permite lo que podemos llamar “agencia moral” sino también poder ejercerla más libremente. Las conversaciones acerca de las “maravillosidades” y las conversaciones que comienzan con las virtudes y no con los problemas, son modos de subvertir las representaciones dominantes que el problema ofrece. Se trata de recuperar las vidas de las personas de todo aquello que las despoja de lo que voy a denominar “su carácter moral”. Posiblemente, en sintonía con lo que se ha venido denominando la identidad preferida, las personas prefieren ser representadas en términos de su carácter moral, sus virtudes morales. Esto también tiene que quedar de manifiesto en lo que llamamos contradocumentos y se ofrecen un conjunto de cartas terapéuticas para ejemplificar esto. Quizás el presente artículo pueda ser visto como un contradocumento, donde se pone de manifiesto la necesidad de rescatar las virtudes morales de las personas, incluso antes de hablar de los problemas.
This article is an Address given in San Antonio, Texas where some ways of approaching conversations that highlight people’s moral character in relation to the Problem that harasses them are discussed. Several stories are offered to help reflect on people’s ability to see themselves as worthy of their own respect and the respect of others. Such moral respect not only allows what we might call “moral agency” but also allows us to exercise it more freely. Conversations about people’s “wonderfulness” and conversations that begin with virtues, not problems, are ways to subvert the dominant representations that the problem offers. It is about recovering people’s lives from everything that stripped them of what I will call “their moral character”. Possibly, in tune with what has been called the preferred identity, people prefer to be represented in terms of their moral character, their moral virtues. This also has to be made manifest in what we call counter-documents and a set of therapeutic letters is offered to exemplify this. Perhaps the present article can be seen as a counter document, where the need to rescue the moral virtues of people is made manifest, even before speaking of problems.
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