Hasta ahora en la investigación histórica se ha mantenido la investigación que indaga en los documentos y se analizan desde la posición intelectual de investigador, quien dotado de sus fundamentos teóricos y metodológicos,1 analiza el acontecimiento desde sus argumentos. Con la oralidad, el investigador tiene la obligación de ir a la realidad de los hechos para involucrarse en ellos, obtener los criterios de las personas y luego triangular con sus fundamentos y obtener otros planteamientos interesantes y valiosos sobre sus objetos de estudios. Por tanto, al valorizar la oralidad, se está en capacidad de elaborar otros fundamentos teóricos que emergen desde la propia realidad vivida y cuyos efectos sociales rompen con las ataduras de la historia académica. Es otra opción para desarrollar investigación histórica en correspondencia con el acento ligero de los acontecimientos del mundo contemporáneo.
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