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Rusia y la OTAN: ¿promesas rotas?

  • Autores: Mary Elise Sarotte
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 33, Nº 192, 2019, págs. 108-116
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • ¿Hubo o no garantías occidentales de que la OTAN no se ampliaría hacia el Este, a cambio del plácet soviético a la reunificación alemana? Treinta años después, la cuestión sigue vigente y contamina las relaciones con Rusia.

      Tras anexionarse Crimea en marzo de 2014, Vladímir Putin pronunció un discurso en el Kremlin para justificar lo que acababa de hacer. La lista de razones que habían vuelto la anexión necesaria, anunció, empezaba con los vínculos culturales, históricos y sociales que unían Rusia y Ucrania desde hacía siglos. Pero después Putin habló de una motivación mucho más reciente: “La expansión oriental de la OTAN”. Putin sentía que, dado el interés de la Alianza en una posible integración de Ucrania, necesitaba hacer algo para bloquear el “despliegue de infraestructura militar en nuestras fronteras”. Tomar el control de Crimea –importante puerto naval– cumplía ese propósito. En vista de que los occidentales “nos mintieron muchas veces, tomaron decisiones a nuestras espaldas [y] nos presentaron hechos consumados”, estaba justificada su respuesta con la toma de acciones drásticas para proteger su país de esta deriva. De hecho, Rusia tenía “razón en asumir que la nefasta política de contención [aplicada durante la guerra fría] continúa hasta hoy”.

      No era la primera vez que Putin cargaba contra la expansión de la OTAN. Previamente, en una Conferencia de Seguridad en Múnich, había expresado su profundo pesar al respecto: “Las piedras y bloques del muro de Berlín hace tiempo que se distribuyeron como souvenirs”, pero Occidente estaba “intentando imponer nuevas líneas divisorias y muros entre nosotros”. Putin se preguntó en voz alta: “¿Será posible que de nuevo necesitemos muchos años y décadas, además de generaciones de políticos, para desmantelar estos muros?”. Aún más importante: “¿Qué pasó con las garantías que nuestros socios occidentales nos hicieron tras la disolución del Pacto de Varsovia?”. Vista la importancia permanente del asunto, merece la pena emplear el 30 aniversario de la caída del Muro para replantear la cuestión de si de verdad hubo o no garantías occidentales a Moscú. Hacerlo requiere emplear métodos históricos para investigar qué se negoció en realidad en 1990.

      Hace 30 años, un miembro del politburó de la República Democrática Alemana la pifió al hacer públicos lo que pretendían ser cambios menores en los reglamentos de movilidad entre las dos Alemanias, lo que motivó que una muchedumbre asaltara la frontera que separaba el Berlín oriental del occidental. El resultado fue la icónica escena que marcó el punto de no retorno en las postrimerías de la guerra fría: la caída del muro de Berlín. Durante los meses siguientes, Estados Unidos, la Unión Soviética y la República Federal Alemana entablaron negociaciones sobre la retirada de las tropas soviéticas y la reunificación de Alemania. Estas conversaciones desembocaron en la reunificación, el 3 de octubre de 1990, pero dieron lugar, asimismo, a una pugna posterior entre la URSS y Occidente. ¿Qué se acordó exactamente acerca del futuro de la OTAN? ¿Hubo promesas formales por parte de EEUU a la URSS en virtud de las cuales la Alianza no se expandiría hacia el Este? Tres décadas después, aquella disputa sigue viva. Los diplomáticos rusos afirman, cada cierto tiempo, que Washington se comprometió a ello a cambio de la retirada de las tropas soviéticas de la RDA, pero rompió su compromiso cuando aceptó como miembros a una docena de países de Europa oriental en tres rondas de ampliación. A principios de 2014, Alexander Lukin, especialista en política exterior, responsabilizaba en Foreign Affairs a los sucesivos presidentes estadounidenses de “olvidar las promesas hechas por los líderes occidentales a Mijaíl Gorbachov tras la reunificación alemana, en particular la de no ampliar la OTAN hacia el Este”. De hecho, las agresiones promovidas por Putin en Georgia en 2008 y Ucrania en 2014 se vieron en parte espoleadas por un resentimiento que perdura en lo que el presidente ruso considera un quebrantamiento del pacto sobre la ampliación de la OTAN. Sin embargo, políticos y analistas estadounidenses insisten en que esa promesa nunca se formuló. En un artículo en The Washington Quarterly, aparecido en 2009, el académico Mark Kramer asegura que no solo las afirmaciones rusas se apoyan en un puro “mito”, sino que “el asunto nunca estuvo encima de la mesa durante las negociaciones sobre la reunificación alemana”…


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