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Lo que el euro necesita para resistir otra crisis

  • Autores: Miguel Otero Iglesias
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 33, Nº 192, 2019, págs. 90-98
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Los países del euro han cedido enormes dosis de soberanía para salvar la moneda única, como demuestran la supervisión bancaria única o el Semestre Europeo. No es suficiente.

      Ya es una frase hecha decir que la unión económica y monetaria (UEM) necesita una unión política para sobrevivir. Esto es un consenso entre muchos analistas de la Unión Europea. Donde no hay acuerdo es en explicar por qué eso es así. En este punto resulta útil volver a las diferentes teorías del origen del dinero. Este ejercicio revela que la teoría ortodoxa surgida con Adam Smith (y todavía dominante en la ciencia económica) tiene muchas lagunas, mientras que la heterodoxa, desarrollada por Joseph Schumpeter y otros, clarifica nuestro entendimiento.

      El dinero, como la lengua, es un componente indispensable en la creación de una comunidad política. Es por eso que el euro y la UEM tienen que considerarse desde un punto de vista holístico: dejar su discusión solo a los economistas es un error. Como cualquier otra moneda, el euro es un reflejo de cómo está organizada la comunidad política que lo usa. Además de su función económica, hay que considerar sus implicaciones sociales e institucionales e incluso su impacto en la política exterior de la UE.

      Es importante entender que, desde el punto de vista del poder monetario, la creación del euro respondió a las inestabilidades producidas por el desmantelamiento del sistema de Bretton Woods en 1971 y el fin del patrón oro, los tipos de cambio fijos y el control del flujo de capitales. Al pertenecer a economías pequeñas y abiertas, los europeos continentales siempre se han mostrado escépticos con la visión anglosajona de la necesidad de tener tipos de cambio flotantes. Siempre se ha querido evitar movimientos bruscos: por eso se creó la “serpiente en el túnel” (1972) y el sistema monetario europeo (1979), ambos con el marco alemán como ancla monetaria. El hecho de tener una política agraria común, cuyo presupuesto necesita una unidad de cuenta estable, solo ha reforzado ese sentimiento. En definitiva, frente al constante oleaje de un sistema monetario y financiero internacional cada vez más intenso y volátil, el euro implicaba la construcción de un barco más grande y estable que pudiese soportar las posibles sacudidas, incluso tsunamis, que viniesen de la zona dólar.

      Precisamente el shock más grande de los últimos 80 años se produjo en septiembre de 2008, con la bancarrota de Lehman Brothers. El gran barco del euro se puso a prueba y se evidenciaron enormes brechas en su construcción. Su misma existencia sigue en duda, pese a los esfuerzos realizados en los últimos 10 años para tapar las fugas. ¿Serán esos arreglos suficientes para salvar el barco? ¿Conseguirá seguir a flote en la próxima crisis? Si la respuesta es no, ¿qué habría que arreglar o construir para que resista las siguientes tormentas? Son preguntas muy importantes, pero para responderlas es necesario saber primero qué es el dinero.

      Entender el dinero para salvar el euro La ciencia económica siempre ha considerado que el mejor prisma para analizar la creación de monedas transnacionales es la teoría de las áreas monetarias óptimas. Esta establece que, cuanta mayor convergencia y movimiento de capitales y trabajadores haya entre regiones, más sentido tiene que compartan una moneda. Siguiendo esta lógica, a finales de los años ochenta, cuando se redactaba el Informe Delors que llevaría al euro, las élites francesas y alemanas coincidían en que los futuros miembros de la UEM no constituían un área económica óptima, pero argumentaban que la creación de la moneda única catalizaría su convergencia. Al no poder devaluar, los países más débiles emprenderían reformas estructurales para aumentar su productividad y competitividad. Se produciría así una integración hacia un área monetaria óptima de manera endógena…


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