A aquellas carrozas que se movían solas las tildaron de "apestosas". Despertaron la rechifla general en un mundo que poco después hablaría de ellas como de un séptimo cielo sobre ruedas. A punto de que el año 2000 amanezca sobre un planeta convertido en un inmenso atasco de 550 millones de coches, la España publicitaria de los 80 habla de "decisiones inteligentes", de "derroche de fuerza", del "poderío" que se esconde en un mercado al que se ha calificado como la reserva automovilística de Europa: mientras el Viejo Continente tiende a frenar, este año nuestro país verá cómo los turistas seguirán apretando el acelerador hasta conseguir que sus ventas crezcan entre 4 y 5 por 100. El mercado de las cuatro ruedas va sobre ídem, pero los creativos se quejan de que las campañas de automóviles suelen resultar mediocres, conservadoras, carentes de humor. Calificativos tristes para un sector que el año pasado incrementó su inversión publicitaria un 47,2 por 100.
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