La distinción entre agresión y abuso sexual en el Código Penal, basada en la presencia o ausencia de violencia e intimidación, disimula la ambigüedad de la figura legal del «consentimiento». En esta radica lo que la ley considera un atentado contra la libertad e indemnidad sexuales, reconociendo, a la vez que encubriendo, otra especie de violencia. El análisis de la misma desvela la existencia de una forma de poder que opera insidiosamente más acá del ámbito público, efectuando su condicionamiento sexual y social desde la intimidad de los cuerpos. Exploramos estos indicios como parte de la estructura de dominación masculina.
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