Resumen de Una rubia tramposa, heroína del festival que enfrentó a público y jurado: virus infantil en el Victoria Eugenia.

• Uno soñaba con bichos que hacían cacas –pero unas cacas tremendas, ¡eh!- y otro con un amigo chino que le contó un secreto que no puede revelar porque dejaría de ser secreto. Con sus lenguas de trapo y una medio-vergüenza que los hacía todavía más graciosos, los niños de Casera Cola sin cafeína inauguraron la saga de chavales que atestó la pantalla del teatro Victoria Eugenia. Ellos y una rubia tramposa oscurecieron el cantado triunfo de la perruna Pippin. El atrevimiento de la chica Pente, capaz de convertir en misiva de amor una carta de despedida, arrebató los primeros grandes aplausos de unos delegados a los que se les sirvió un menú publicitario lleno de humor, nenes y nenas, canciones famosas, durísimos mensajes sociales y también sorprendentes coincidencias: una película presentada por RZR para lavadoras Fagor se parece cual gota de agua –o viceversa- a uno de los spots premiados en el último FIAP.