Desde la lavandería del Hospital Universitario de Bellvitge, tras una evaluación ergonómica específica de los distintos puestos de trabajo, se decidió poner en marcha un plan de automatización y rediseño del proceso durante los 4 años posteriores, con el objetivo de mejorar las condiciones de trabajo y minimizar las lesiones por trastornos músculo-esqueléticos. A pesar de las mejoras introducidas, se observó una persistencia de la problemática ergonómica, lo que junto al envejecimiento de la plantilla (un hecho notable y difícil de resolver), llevó a la empresa a realizar un estudio ergonómico de exposición a movimientos repetitivos.
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