La transición del igualitarismo maoísta al capitalismo y la consiguiente obsesión con el enriquecimiento personal, han provocado explotación de la mano de obra nacional y generado una dinámica importación de comodities y exportación de productos elaborados que ha hecho de China una potencia imperialista. Las peores víctimas probablemente sean los habitantes de la Región Autónoma Tibetana y las Prefecturas Autónomas Tibetanas adscritas a las provincias chinas vecinas. Mientras que el gobierno chino acusa al Dalai Lama de connivencia con la CIA, el sabio líder espiritual de los tibetanos se declara marxista y afirma que China es un Estado capitalista.
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