A lo largo de casi cuatro décadas, Venezuela ha tenido una evolución importante en su política de ciencia, tecnología e innovación. Comprimiendo al máximo lo ocurrido podría decirse que se ha pasado de una política concentrada en la ciencia y administrada por la comunidad de investigadores, a una política que entra también en la zona de la tecnología y de la innovación y es administrada por el Estado, esto es, es asumida claramente como una política pública. Ese cambio ha supuesto, asimismo, la paulatina presencia de otros actores sociales (además de los investigadores) en plan de actores e interlocutores, conforme a un modo de producción del conocimiento «socialmente distribuido». Además, dicha política se ha centrado en torno a tres ideas básicas —la soberanía tecnológica, el desarrollo endógeno y la apropiación social del conocimiento—, dentro del marco que implica la transición de la actual sociedad capitalista rentística hacia la sociedad socialista del siglo XXI.
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