Han saltado todos los sistemas preventivos y ahora hay un clamor para endurecer las leyes. Los pederastas del Raval han puesto en la picota el nuevo Código Penal, al tiempo que urbanistas y asistentes sociales se cuestionan qué se puede hacer frente al desarraigo familiar y la marginación social de un barrio en el que se amotona la pobreza interracial.
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