Lanzar un proyecto sin sillas ni clientes; embarcarse en aventuras transoceánicas; no saber medir los tiempos, ni la evolución de los precios, la fiebre por participar en concursos...son algunos aspectos que, varios años después, entrarían dentro de los daños colaterales del emprendimiento en el sector de las agencias de publicidad. Una actitud que también, y sobre todo, tiene su cara amable: las decisiones en grupo, rodearse de buena gente, apostar por el oficio, reivindicar el papel de la agencia de publicidad...Todo ello constituye la cara y la cruz de las historias de casi una decena de agencias independientes españolas.
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