La mayoría de los jovenes viven en casa de sus padres y tienen una asignación económica que generalmente no supera las 5.000 pesetas semanales. Para muchos es más cómodo decir "papá, dame dinero" que trabajar. Otros opinan que en los trabajos que consiguen les explotan y dicen que no están dispuestos a malgastar su tiempo "por cuatro perras". Casi todos se conforman con su paga, que guardan casi exclusivamente para el fin de semana.
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