El Código Civil cumple 130 años. Es una buena oportunidad para reflexionar sobre la adecuación de la vieja fórmula codificadora a la sociedad postindustrial, inmersa en el transhumanismo, el posthumanismo, la inteligencia artificial y la globalización. ¿Hemos de certificar la muerte del Código? Y, en ese caso, ¿es necesaria la redacción de un nuevo código, y estamos en condiciones de sacar adelante esa tarea con el grado de excelencia que requiere? O, por el contrario, tras las profundas y extensas reformas introducidas en los últimos cincuenta años, ¿merece la pena seguir con el esfuerzo de reforma y actualización para adaptar el viejo texto a los nuevos valores y principios?
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