Que Granada, como conjunto histórico-artístico se halla irremisiblemente perdida es algo que hoy admiten hasta las instituciones y personas más directamente implicadas en su conservación. Pocas ciudades pueden exhibir un tan rico muestrario de destrucciones y atentados urbanísticos como ella. Tras un siglo y medio de continuas demoliciones que han ido desfigurando el paisaje ciudadano al borrar de la superficie edificios de muy varia categoría artística (que a veces era de carácter excepcional, como en los casos del Maristán, Arco de las Orejas, etc.) y de desgraciadas actuaciones urbanísticas (como ese "ensanche por el centro" que constituyó la Gran Vía o el cubrimiento del Darro a su paso por Reyes Catolicos y el Embovedado), poco ha llegado a nosotros del encanto de la ciudad que tanto inspirara a los viajeros románticos y que constituyó la base de su fama mundial.
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