"En [1919] el anhelo vehemente de aprender invadió a las masas como en 1903. Se leía incesantemente: de noche, en los caseríos, de día, en la besana; durante los descansos se observaba siempre el mismo espectáculo: un obrero leyendo y los demás escuchando con gran atención. Un periódico era el regalo más agradecido que podía hacerse a un obrero que estuviera de varada. Con la comida, llevaban los jornaleros en las alforjas algún folleto o algún periódico». (Juan Díaz del Moral. Historia de las agitaciones campesinas andaluzas)
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