En este artículo sustentamos la tesis de que la estancia de apenas tres años y medio de Trotsky en México estuvo cargada de constante asechanza y su final trágico estaba inscrito en la dinámica del poder que se plasmó en la URSS y en la coyuntura internacional de aquellos días, y al mismo tiempo queremos esclarecer ciertas afirmaciones, añejas y recientes, que buscan justificaciones presuntamente “objetivas” de su muerte. En todo caso no cabe dudar de la responsabilidad directa de Stalin en el asesinato. Los archivos del servicio de inteligencia mexicano demuestran que éste brindó una protección que resultó insuficiente ante la astucia estaliniana. Huelga añadir que estos documentos no habían estado disponibles para los investigadores.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados