Los pueblos de mesoamérica colectaron millares de plumas de vivos colores para engalanar recintos sagrados, imágenes, divisas, prendas y otros bienes de prestigio. Las plumas y los objetos que con ellas se producían circularon en grandes cantidades por medio del tributo, el comercio, el intercambio y los dones. Su uso fue restringido y funcionaron como marcadores sociales de rango y poder. La dificultad del trabajo plumario requirió de saberes que dominaban artesanos especializados. Debido a su fragilidad y naturaleza orgánica pocos objetos emplumados lograron conservarse hasta nuestros días.
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