La conquista de Britania, iniciada en el año 43 d. C., tenía como finalidad la consolidación del emperador Claudio en el poder y la demostración de su valía. Este se presentó en persona en la isla, visitó la ciudad de Camulodunum y regresó a Roma para celebrar un triunfo, pero la guerra prosiguió aún durante generaciones; los primeros diecisiete años fueron solo un aperitivo de lo que habría de venir.
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