En las décadas de 1920 y 1930, en una Alemania tomada por un antisemitismo creciente y generalizado, y más tarde con el ascenso del nazismo, la física de Albert Einstein fue recibida con hostilidad y fue atacada por motivos raciales. El asalto fue orquestado por dos premios Nobel de Física que defendían que los rasgos raciales estereotípicos afectaban al pensamiento científico. Sus acciones muestran cómo la ideología puede infectar y modular la actividad científica. Desde el prisma actual, este episodio sigue siendo una historia con una moraleja muy instructiva.
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