Me siento muy halagado con el hecho de haber sido encomendado para realizar el prefacio de esta tan hermosa obra filosófica/pedagógica. El libro que tienen en sus manos responde a una preocupación no solo académica de los y las autoras, sino ante todo política, sobre el papel de la pedagogía y la didáctica respecto al proceso de aprendizaje de la filosofía. Desde el principio, observamos que este aprendizaje no se entiende como una cuestión aislada o distinta del quehacer filosófico, sino que en sí mismo, implica ya un filosofar. Es decir, que el aprendizaje y, en alguna medida, la enseñanza de la filosofía no puede desligarse de la filosofía misma.
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