Este artículo trata de dar cuenta de cómo Judith Butler sitúa la violencia en el interior de la teoría ética, y la asocia a tres exigencias básicas. La de universalidad de las normas y valores que han de orientar los juicios morales, positivos o negativos, pero que puede violentar la particularidad y la singularidad individuales; la de que el sujeto moral sea absolutamente coherente consigo mismo en su identidad y en su conducta, que puede afectar negativamente a su libertad; y la exigencia de que el juicio de condena sea moralmente absoluto dejando al condenado sin respuesta. En este contexto, el sujeto moral aparece como un constructo social a cargo de un poder externo, que lo sitúa como paciente o pasivo, y obligado a transformar el efecto de ese poder externo sobre él en un poder interno que lo transforma en agente o activo.
This article tries to show how Judith Butler situates violence within ethical theory, and associates it with three basic demands. The universality of the norms and values that are to guide moral judgments, positive or negative, but that may affect individual particularity and singularity; that is, that the moral subject be absolutely coherent with himself in his identity and in his conduct; this could negatively affect his freedom and the demand that the judgment of condemnation be morally absolute, leaving the condemned without an answer. In this context, the moral subject appears as a social construct in charge of an external power. It places it as patient or passive and forced to transform the effect of this external power on it, into an internal power that transforms it into an agent or an active one.
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