El artículo analiza cómo la irrupción del Antropoceno, asociado a un aumento exponencial del consumo de combustibles fósiles y materiales, y al aumento de las emisiones de CO2, guarda conexiones con el incremento de los conflictos y la violencia mundial. La conflictividad se ha disparado y está proliferando en formas nuevas y sorprendentes en esta era a medida que los nodos más vulnerables de la civilización humana han comenzado a experimentar brechas y colapsos superpuestos debido a la aceleración de las crisis convergentes de clima, energía, alimentos y agua. Ecocidio y genocidio corren, pues, paralelos.
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