Cuentan los mitos que un día, Hércules, en un ataque de locura provocado Hera, mató a su mujer, a sus hijos y a dos de sus sobrinos con sus propias manos. Cuando recuperó la cordura y advirtió lo que había hecho se aisló del mundo hasta que su hermano Ificles le convenció para que visitase el oráculo de Delfos. En penitencia por esta terrible acción, la sibila délfica le dijo que tenía que llevar a cabo una serie trabajos propuestos por Euristeo, el hombre que había usurpado su legítimo derecho a la corona y a quien más odiaba. Una de las pruebas consistía en robar el rebaño de bueyes del rey Gerión.
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