Mayara Mader Alcântara Barroso
La educación en su contexto histórico y social ha pasado por diversos cambios a lo largo del tiempo, cruzando desde el modelo hecho para hombres blancos y afortunados, hasta hoy, donde se intenta, de una manera general, la inclusión de los humanos sin distinción de sexo, color, religión, patria, orientación sexual o renta. Así, es importante que se trabaje un modelo de educación diferenciada e integrada con las diferentes realidades. En este contexto la educación ambiental para el campo necesita ser contextualizada, como forma de defender el derecho de los pueblos de pensar el mundo a partir de donde viven, y de todas sus mínimas experiencias, teniendo en cuenta sus realidades más particulares. La agroecología además de propiciar beneficios ecológicos también defiende la valorización de los saberes locales, la independencia de los pequeños agricultores, y contribuye a valorar la actuación de los agricultores y sus diversidades, principalmente incentivando y reconociendo la integración de las mujeres agricultoras involucradas en el proceso de construcción del saber. Por eso es posible concluir que la educación del campo, dentro de preceptos agroecológicos, por encajar de manera armoniosa con la propuesta inclusiva y sostenible, creada y recreada a partir de todas las realidades en que fuera integrada, se presenta como una herramienta categórica para la logra del desarrollo sostenible del campo.
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