A partir de 1900, Rubén Darío vivía en París y pronto luchaba por conquistarse un lugar en el paisaje intelectual de Francia. Cuando Édouard Reyer lo puso en contacto con una revista nueva, La Renaissance Latine, el poeta publicó en sus páginas un breve pero importante análisis sobre el porvenir de los pueblos latinos de América. Pero pronto surgieron dificultades, que se describen en este artículo. Al final, el mejor resultado del episodio de La Renaissance Latine fue la amistad de Darío con un joven y combativo abogado francés, Camille Aymard.
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