Sabido es que enjuiciar hechos de un pasado lejano con anteojeras del presente conduce a análisis a menudo peregrinos. Por eso sorprende que un político de la talla de López Obrador, veterano en tantas lides (o quizá por eso) haya exigido un perdón a España, cuando es la clase dirigente mexicana quien debería pedirlo a los propios mexicanos por haber convertido a su país en un Estado en vías de resultar fallido.
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