El presente artículo se propone explorar el proyecto de La condición humana, a partir de lo que Hannah Arendt señala, en el libro de 1958, como su falta: la ausencia de una respuesta a la pregunta por el pensamiento como actividad, que se abre por primera vez con Sócrates, según el fundamental texto arendtiano de 1954, y por su “mundaneidad”. Entendemos que, además, esta perspectiva nos permite una lectura más interesante de Arendt lectora de Kant, ofreciendo algunas hipótesis sobre su temprana recepción, indispensables para pensar el alcance y sentidos de su obra madura.El presente artículo se propone explorar el proyecto de La condición humana, a partir de lo que Hannah Arendt señala, en el libro de 1958, como su falta: la ausencia de una respuesta a la pregunta por el pensamiento como actividad, que se abre por primera vez con Sócrates, según el fundamental texto arendtiano de 1954, y por su “mundaneidad”. Entendemos que, además, esta perspectiva nos permite una lectura más interesante de Arendt lectora de Kant, ofreciendo algunas hipótesis sobre su temprana recepción, indispensables para pensar el alcance y sentidos de su obra madura.
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