Valenciano universal, Mister Ibanyes -como le llamaban los yanquis- nunca dejó de viajar, ya fuera como exiliado político, como periodista combativo, como emprendedor frustrado, como escritor de fortuna o como turista distinguido, equipado con pequeñas libretas donde el autor de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis anotaba sus impresiones, aunque es en el Mediterráneo y en la Malvarrosa donde la inspiración le aguardaba.
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